viernes, 10 de diciembre de 2010

La importancia de las grandes empresas informativas

WikiLeaks ha demostrado, sin duda alguna, el poder que un sitio de Internet puede tener como generador de opinión y la influencia que puede llegar a tener a nivel mundial.
Sin embargo, el fundador de la página, Julian Assange, hizo uso de lo que algunos llaman “la jugada maestra”, pues decidió acudir a los periódicos El País (España), Le Monde (Francia), The New York Times (EE.UU.), The Guardian (Reino Unido) y Der Spiegel (Alemania), todos ellos medios de comunicación de gran trayectoria para que sus publicaciones tuvieran eco a nivel internacional y, ante todo, generaran mayor credibilidad. Lo curioso del caso es que se trata de medios impresos, revalidando así la importancia de los mismos en una época donde se afirma que sólo reina la virtualidad.
Es importante aclarar que hubo un cambio relevante en las difusiones de contenido secreto de la diplomacia estadounidense, con respecto a la manera como WikiLeaks había venido tratando sus procedimientos. Esta vez, las cinco publicaciones se pusieron de acuerdo entre sí acerca del modo como se analizarían los documentos clasificados, así como de un programa de publicación. Incluso se permitieron avisar de sus análisis a las embajadas estadounidenses en sus respectivos países, tal como lo hizo El País, Le Monde y Der Spiegel.
Los análisis se hicieron independientemente durante varios meses, aunque se afirma que hubo varias reuniones entre los periodistas encargados de cada diario. Sylvie Kauffmann, directora de la redacción de Le Monde, afirmó que los memos que cuelga WikiLeaks en su espacio virtual fueron previamente “corregidos” por los periodistas. Es decir que, contrariamente a lo que venía haciendo WikiLeaks, el contenido de las comunicaciones debió ser filtrado por los cinco medios antes de ser publicadas. Por supuesto, no se han hecho esperar las dudas acerca de la parcialidad de los mismos
Se ha dicho que la cadena de noticias estadounidense CNN se rehusó a publicar los últimos documentos porque no firmaría con WikiLeaks un acuerdo de confidencialidad, y que, ante esta situación, The Guardian compartió la información con The New York Times. Sin embargo, se desconoce qué tipo de pacto se realizó realmente entre las partes.
A los representantes de los periódicos se les ha preguntado además sobre qué tan apropiados son, como fuentes de información, los cables clasificados de una diplomacia gubernamental. Bill Keller, editor del New York Times, afirma que “contienen información real que yo creo que los lectores y ciudadanos encontrarán interesante e iluminadora, mientras tratan de darse cuenta a lo que se refieren”. Por su parte, Simon Jenkins, de The Guardian, se refiere de forma más fuerte a esta polémica posición de los cinco grandes diciendo: “el trabajo de los medios no es proteger al poderoso de la vergüenza”.

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